Joseba Mikel Agirre Oar.
Hace tiempo me venia rondando la idea en la cabeza, pero la invitación, en forma de "pregunta a los lectores" y la carta irónica de Javier Vegas, sobre lo “ cosmopolitas que somos”, dedicando una estatua al Sr. Ken Follet, me anima a proponer una estatua, o, al menos un monolito, en un lugar bien destacado de zona alta, en el Campillo, donde se desarrollo su heroica intervención, a la figura de Martín Txipia , desconocida por los gasteiztarras.
Desconocida por como nos han contado la historia aquellos que acusan a los textos del sistema de educación vasco actual de manipular la historia. Ellos, nos ocultaron a héroes como Txipia y otros, pero nos metieron a fuego en el cerebro las gestas de Guzmán El Bueno o el General Moscardó.
En el 1199, el Rey de Castilla, aliándose con el de Aragón, decidieron atacar a lo que era el reino de Navarra y repartírselo. No hay que olvidar que ambos Reinos, juntos, formando ya
Anteriormente ya la habían dado un buen mordisco al Reino Vasco, arrebatándole gran arte de
La Álava Nuclear, la que administraba
Siendo, pues,
En el año 1199, de forma alevosa, el Rey Alfonso VII de Castilla , aliándose con el de Aragón, aprovechan de forma traidora y rastrera, la ausencia del rey de Pamplona, SanchoVII El Fuerte, quien había acudido a Marruecos para ayudar al rey Aben Jacub en un conflicto que tenia con otro monarca norteafricano. La situación de desamparo y vacío de poder en que quedo el País fue aprovechada por ambos monarcas extraños para atacar, Aragón por el Este (Roncal y zona de Aibar), y Castilla por el sudoeste, presentándose ante Vitoria con la intención de tomarla sin mas razón que la fuerza de las armas. Le ayudaban en esta felonía los nobles alaveses del bando traidor de Oña( a la manera que hizo Pierres de Peralta, mas tarde, en la propia Navarra nuclear y sus beaumonteses en el siglo XVI).. La ciudad resistió heroicamente, de forma numantina, el cerco, durante medio año. El precio de vidas cobradas por la lucha, enfermedades, hambre (habían agotado todas las fuentes de alimentación, llegando, en casos, al canibalismo) hizo que el mismo Obispo de Pamplona Don García, acudiese con uno de los mas destacados de los defensores de la plaza, hasta Marruecos, e informar al rey Sancho y pedirle su licencia para rendir la misma vista la situación en que se encontraba su población. Solo así, un día del mes de Enero, los cronistas no dicen cual, del 1200 (hace ahora 808 años) se rindió la ciudad. Su defensor era el Tenente (sin “i”, detentador del poder militar de una plaza fuerte del reino) de la misma: MARTÍN TXIPIA ( o CHIPIA).
A la caída de Vitoria, siguió, como en un domino, la de Gipuzkoa y el Durangesado, El resto de Bizkaia ya se había vendido a Castilla de la mano del traidor Lopez de Haro, que precisamente fue quien sustituyó, como tenete, por la parte castellana, en Vitoria, a Martín Chipia.
Esta es la historia de la anexión por conquista cruel, sangrienta, por las armas, y de forma alevosa de Gasteiz, su integración de forma violenta en la orbita castellana, con todo lo que eso supuso de perdida de identidad, a pesar que se le mantuvieron, a modo de consolación, unos “fueros”, su desnacionalización, la enajenación de su cultura e idioma original, relegado a la vida rural, impulsando, a través de la nueva administración, la cultura, idioma y valores del ocupante. Las clases poderosas- no todos- se unieron al ocupante que los premio con puestos en la administración, la misma Corte y títulos nobiliarios
Lo mismo ocurrió con Bizkaia y Gipuzkoa. No hay que ser muy agudo para comprender las consecuencias que trajeron a la supervivencia a largo plazo de un Estado Vasco, sus consecuencias aun se manifiestan en el tema recurrente de la territorialidad. Y hablando de territorialidad. La única plaza que no pudo ser rendida fue Treviño, que siguió en manos vascas, hasta que fue intercambiada por las plazas de Inzura, en Amezkoa y Miranda de Arga. De ahí su paso a Castilla.
Creo que con mas merecimiento que otros, Martín Txipia, merece ser recordado por un monumento en lo alto de el Campillo, en el lugar donde estuvo siempre el poblado de Gasteiz.
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